No acierto a saber por qué, Melchor fue siempre mi favorito. Tal vez por eso le pedía suerte para todo aquello que tuviera que ver conmigo: los exámenes de matemáticas, los juegos en el recreo o cualquiera de los retos que me hubiera propuesto para el año venidero.
A Gaspar le reclamaba esa misma gracia para familia y amigos: que además de juntos estuviésemos unidos, que siguiéramos siendo felices, que no hubiese ausencias en nuestras citas.
Y para Baltasar reservaba las peticiones que permitieran que este mundo en que vivimos se sintiese cada día más humano: libertad donde no la hubiera, respeto en las diferencias, sobredosis de tolerancia para los intolerantes.
Todavía recuerdo la madrugada en que les oí llegar al balcón de mi casa. Fue el año que trajeron la primera bicicleta y quizá por ello hicieron más ruido de lo normal. Atónito de curiosidad, permanecí quieto en la cama a la espera de que el resto despertase. Me alegró saber que papá también les había sentido...
Desde estos párrafos del relato Noche de Reyes, incluido en mi libro "El amor azul marino", comparto con vosotros mis mejores deseos e intenciones. Al tiempo, dejo en el apartado de los comentarios de mi blog http://manuelcortesblanco.blogspot.com el listado de números con los que los seguidores de los blogs que administro participarán en el sorteo de dos lotes completos de mis libros, coincidiendo con el Sorteo Extraordinario de la Lotería del Niño que se celebra mañana.
Mucha suerte para todos aun a sabiendas de que, como escribí en "Siete paraguas al sol", esa suerte no está en lo que nos pasa, sino en cómo lo vivimos.
Mucha suerte para todos aun a sabiendas de que, como escribí en "Siete paraguas al sol", esa suerte no está en lo que nos pasa, sino en cómo lo vivimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario