De siempre me he considerado una persona facilitadora, y tal condición la he llevado también a mi ejercicio profesional. De manera que trato de ayudar en cuanto puedo a todos nuestros pacientes, cuadrar los horarios de sus citas con los de otras para que incluso reduzcan sus desplazamientos hasta el hospital, ampliar mi número de consultas rebajando en lo posible las listas de espera, estirar mi horario para que nadie se quede por ello sin atención... En definitiva, procurar atenderles como me gustaría que me atendieran a mí.
Casual o causalmente, esta mañana llegó a mi consulta de vacunación un matrimonio al que, aprovechando que venía de lejos y que tenía otra prueba en otro servicio del centro, le hicimos el favor de abrirle una cita a mayores. Al llegar al estacionamiento reservado a personas discapacitadas -al que debían tener derecho- y ver sus dos plazas ocupadas, el marido llamó desde su teléfono a la Policía Local de nuestra ciudad, quien al margen de esos dos vehículos -que contaban con su permiso correspondiente para estar ahí- ha multado por extensión al resto de los estacionados en una zona adyacente, de uso exclusivo por personal sanitario, en la que aparcamos siempre de manera organizada, no molestamos a nadie e incluso contamos con la connivencia del Servicio de Seguridad del Hospital.
Nunca antes había pasado, si bien el agente principal -el segundo fue algo más empático- ya nos advirtió que si de él dependiera habría ocurrido antes. Resulta evidente que en esta ocasión no nos tocó el poli bueno.
De manera que, mientras yo les pasaba la consulta e incluso facilitaba una segunda cita haciéndola coincidir con otra para no trastornarles demasiado -la verdad es que hemos sido muy corteses con ellos-, la grúa municipal se estaba llevando el coche de nuestra enfermera.
Insisto en que ni su vehículo ni el del resto de compañeros de Servicio ocupaba ninguna de las plazas destinadas específicamente a personas discapacitadas, que no interferían en ningún tránsito y que si hubiera sido el caso habría bastado con que nos avisaran para retirarlo. Todavía no me explico por qué nos denunciaron, habiéndoles hecho semejante favor. Han sido 200 euros por cabeza. Pero, ¡en fin!... Ni ese matrimonio ni luego los agentes fueron nada facilitadores. Muy al contrario, hoy ninguno parecía poli bueno.
Algunas veces pienso que a otra gente, por eso mismo, nunca le habrían multado... Las menos, que el Karma se lo devolverá... Otras, que no todos merecen que les hagamos favores... Y las más, que las personas facilitadoras vivimos cada día al borde de la extinción.
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