sábado, 25 de junio de 2022

Mi modus operandi

Lo hemos decidido por consenso familiar: el montante recaudado en esa hucha solidaria por los donativos tras el cuentacuentos que he realizado hoy irá destinado a alguno de los programas locales de Cáritas en León. Me encantaría que hubiera sido más, pero en estos tiempos que corren tampoco nos podemos quejar.
Como siempre he dicho, yo me siento sobradamente pagado con el hecho de escribir, así como con la posibilidad de ayudar altruistamente a través de mis cuentacuentos a organizaciones, instituciones o movimientos sin ánimo de lucro para que puedan alcanzar sus objetivos. Y siempre, por supuesto, sin generar competencia desleal a nuestros compañeros cuentistas profesionales. Es mi modus operandi, y en él me siento feliz.  
Lo que nunca he llevado bien es que, a menudo, lo gratis no se valore lo suficiente. 
Así, allá por otoño del año pasado, un centro docente contactó conmigo para realizar ciertas jornadas sobre relatos en la que participarían también otros dos cuentistas bastantes reconocidos. Me argumentaron que por razones presupuestarias no podrían abonar mi actuación, pero que luego darían la opción a sus alumnos de adquirir algún ejemplar de mis obras en cualquier librería, que de hecho es el sitio donde se deben vender. Entendiendo que era una intervención con fines lúdico-educativos, acepté.
Mi desilusión viene cuando al coincidir con otro de los cuentistas participantes en aquel evento me entero de que tanto a él como al otro les han abonado su tarifa pertinente. Me dirijo entonces al profesor de ese instituto preguntándole sobre el por qué de esa diferencia de criterios, a lo que responde con argumentos banales: siendo médico, tú no te dedicas a esto... no es lo mismo tu caso que el de ellos... tú nunca cobras por esto... o ese lapidario en el fondo te viene bien actuar a su lado para que así la gente te conozca.
Asumo que no soy un cuentacuentos al estilo clásico, pero también me gusta que valoren mi trabajo. 
La experiencia de hoy y de tantos otros días ha sido extraordinaria, con una organización respetuosa, niños y adultos sin perder detalle, ese aplauso sentido tras cada historia y las felicitaciones sinceras de gran parte del público al final de la actuación. Y es que, al margen de quien pueda hacerte de menos porque no te cotices de más, me quedo con eso: es sencillamente mi modus operandi

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