Manuel Cortés Blanco es amor. Lo digo con la base certera de sus libros, que son bonitas historias donde se mezclan lo mejor de la vida con los cuentos que nos enseñan las incógnitas de la vida. A través de él estoy teniendo conciencia de lo que significan los cuentos en todas las edades. Pero también lo digo porque tengo ya la sensación de conocerle personalmente.
Este autor zaragozano es ya un asiduo en este blog, porque nunca defrauda y te ofrece unas ganas enormes de tomarte la vida con humor y con amor, y eso siempre viene bien. La esperanza es la vara de medir de todo lo que nos cuenta de nuevo en El amor azul marino, su ópera prima, con la que ganó el Premio Amares 2005, y que constituye su obra más personal, ya que parte de la muerte de sus padres, y se lo dedica precisamente a ellos. Pero no se trata de un libro de lloreras, sino que Manuel recupera todo lo que la vida tiene de bueno y lo comparte con nosotros. Detrás de cada reunión con sus amigos, de cada evento importante, de su infancia, de sus primeros pasos en la universidad, y hasta en el conocimiento de su mujer, el cuentista zaragozano construye bonitas parábolas que llevan inevitablemente al amor, azul marino o del color que sea.
El ser humano es un conjunto de sentimientos, y en este libro se nos explican posibles sentidos de estos, su procedencia a través de cuentos que nos enseñan el valor de los mismos. Al leer "El amor azul marino" fui consciente de que es un libro muy íntimo, pero al repasar los cuentos incluidos (un total de 35) saco la conclusión de que son historias que contaría sin dudar a mis futuros hijos.
Esta es la obra más intimista de Manuel, aunque se podría decir que sus libros son uno solo, ya que tiene una misma forma de escribir: contar cosas cotidianas y por el medio ir aderezándolas con cuentos, infinitos cuentos.
http://lecturafilia.com/2015/09/08/el-amor-azul-marino/
"Uso del relato y la música en la transmisión de valores para el adolescente". Así se titula el trabajo que publicamos en el número 5 de "Bioética Complutense" (Boletín del Grupo de Bioética de la Facultad de Medicina, de la Universidad Complutense de Madrid), y por el cual fuimos premiados en el XX Symposium Nacional de Pediatría Social. Utilizando distintos cuentos en estudiantes de Enseñanzas Medias, constatamos que este género puede incentivar la lectura, facilitar la cohesión grupal, predisponer al debate y a la reflexión, favorecer la interacción con la música y ayudar a mejorar el vocabulario, fomentando la sensibilidad y la creatividad. A su vez, concluimos que el relato en cualquiera de sus formas puede ser un elemento de utilidad para trabajar en el aula distintos valores universales.
La correspondencia entre tales valores y textos fue la siguiente: la paz ("La ramita de olivo", de Manuel Cortés Blanco), la amistad ("El cielo y el infierno", de Paulo Coelho), la comunicación ("El Principito" de Antoine Saint Exupéry), la aceptación de uno mismo ("Carmelo, un niño sin sombra", de Fernando León de Aranoa), la convivencia ("192 estrellas", de Manuel Cortés Blanco), la solidaridad ("Los mineros", de Jorge Bucay), la libertad ("Una palabra enorme", de Mario Benedetti), el amor ("El amor azul marino", de Manuel Cortés Blanco) y la actitud ante la muerte de un ser querido ("Cartas al cielo", de Pilar Moros).
Adjunto el enlace a la publicación por si fuera de vuestro interés:
https://www.ucm.es/data/cont/docs/137-2013-10-07-bioetica05.pdf
José Manuel Redondo "Lolo" es un dibujante sencillamente genial. Ambos hemos tenido el gusto de participar en distintos proyectos solidarios, en los que yo escribo una historia a la que luego él reviste con sus ilustraciones: "Cuentos para compartir" a beneficio de ASPANOA, "Cinco cuentos en tu mano" en favor de la Fundación Juansoñador... De hecho, el próximo proyecto literario en el que ando metido -esa colección de relatos titulada inicialmente "La vuelta al mundo en catorce lunas"- también la haremos juntos.
El pasado 25 de agosto, Lolo dirigió en Villamandos la elaboración de un mural alusivo a este municipio leonés, en el que tuve la suerte de participar... Y de paso, para los más pequeños, de contar alguno de mis cuentos que -entre dibujos, sonrisas y pintura- ayudaron a tener una tarde de lo más colorista.
