Él fue amigo de juventud, portero de nuestro equipo de fútbol, compañero en la grada de ese Real Zaragoza que nos une, lector de mis libros, difusor suyo en redes sociales, una excelente persona... Y curiosamente, traductor a la fabla aragonesa de aquel primer cuento que escribí: El amor azul marino o, como él detallaría, L'aimor azul marino. Esta semana pasada he sabido de su reciente adiós y lo siento en el alma.
Querido Alberto, mil gracias por haber sido, por cuanto nos diste, por todo lo compartido... En su memoria, releo esas traducciones que él nos regaló:
Dios fazió lo mundo en en seis días y o seteno discansó. Yera contento con a suya obra, pero tambien se sentiba muito canso. Con un puyal d'imachinazión eba creyau as estrelas, os continens, os ozeanos, os animals, l'ombre, a muller...
Descanse en Paz.
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