Es curioso, pero a veces me sorprendo cantando
en mis paseos; poniendo música al préstamo hipotecario, entonación a las
facturas de fin de mes, estribillos a la mar.
Es curioso, pero a veces me sorprenden los
rodeos que da el destino para encaramar su puerto. Los males que por bien
llegan, quien nada y guarda la ropa, ese pez que muere por su boca, aquel que
de tanto querernos nos hace llorar.
Es curioso, pero a veces me sorprende ver que
en el día a día sigue habiendo inspectores rechonchos. Gabardinas que anteponen
el apellido de su Excelencia al menú sin postre, a los pies descalzos, a la
tabla del cinco.
Es curioso, pero a veces, quizá demasiadas
veces, todavía me sorprende sorprenderme.
Nota: Párrafo perteneciente al relato "Soñando a Dulcinea", incluido en mi libro "El amor azul marino".
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