domingo, 30 de junio de 2013

Mi tío Gonzalo

Los primeros años que pasamos en la capital vivía con nosotros un hermano de mamá. Era el tío Gonzalo, mi padrino.
Hizo la mili como conductor de la Cruz Roja y los domingos que estaba de servicio íbamos a verle al retén de socorro. A mí me gustaba mucho que fuera a recogernos a la salida de clase con su traje de sanitario. Para envidia del resto de los niños, me calaba su gorra y el brazalete; e incluso en cierta ocasión dimos una vuelta por los alrededores subidos en la ambulancia. Esa tarde hicimos una foto.
Recuerdo que le encantaba contar cuentos. Él fue quien me confesó por qué el Lobo derribó la casa de los dos primeros cerditos, dónde guardó Cenicienta el zapato de cristal que no perdió, cuántos ratones siguieron hasta el bosque al flautista de Hamelín.
Siendo yo un crío, mi tío hablaba también de lo mucho que le atraía una de sus amigas pese a que no le hiciera ningún caso. Ella se lo explicó con un trabalenguas:
- Cómo quieres que te quiera como quieres, si quien quiero que me quiera como quiero no me quiere como quiero que me quiera.
¡Qué tonta!
Él compartía conmigo algunos detalles de aquella relación: lo guapa que era la chica, sus caprichos, un paquete de pipas en la chopera, los contrastes del hayedo en el que se declaró. Incluso recuerdo que su padre trabajaba repartiendo bombonas de butano. Pero resultó un amor equivocado. Estoy convencido de que ella apenas le contaba a su sobrino nada sobre mi tío. Ahí estuvo la diferencia.

Nota: Texo perteneciente al relato titulado El arenque y el coral, incluido en mi libro "El amor azul marino".

miércoles, 26 de junio de 2013

Mi planeta de chocolate

"Mi planeta de chocolate" (Ediciones Irreverentes) es el título de mi tercer libro. Con él fui finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato. Según su Jurado, la obra aglutina “extraordinarias descripciones del alma infantil, la intrahistoria del pueblo o de la guerra, muerte y espíritus conturbados por la violencia del mundo. Todo a través de la vivencias de un huérfano, que podría ser cualquiera de nosotros o cualquiera de la generación de nuestros padres, y esa forma suya de ver la vida”. Según mi editor, se trata de "una historia que encandila y apunta al corazón". 
Os adjunto una breve reseña del mismo, deseando en todo caso que disfrutéis de las andanzas de Benito Expósito Expósito, su pequeño protagonista... Y que, siempre que podáis, seáis fieles a su máxima de vida.

Miércoles, 26 de mayo de 1937. No hay frase del día. El buque Mexique, perteneciente a la Compañía Trasatlántica Francesa, se hace a la mar desde el puerto de Burdeos con 455 menores a bordo, rumbo al continente americano. Son niños españoles que huyen de los bombardeos, en busca de una paz que les acoja.
De entre ellos, Benito Expósito Expósito. Ese pequeño abandonado a las puertas de un hospicio, que superó combates, la condición de refugiado, el exilio y mil vicisitudes amparado por una máxima: cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate.

viernes, 21 de junio de 2013

En el Club de Lectura "La leonera"

Coincidiendo con mi estancia en la Feria del Libro de Zaragoza tuve la suerte de pasar una tarde con los integrantes del Club de Lectura "La leonera", ubicado en el Colegio Bajo Aragón- Marianistas de Zaragoza. En un ambiente de empatía positiva, comentamos detalles de mi trayectoria literaria, les presenté mi último libro "Siete paraguas al sol" que se leerán a lo largo del verano y terminamos con una sesión de cuentacuentos en las que "El amor azul marino" -como primer relato que escribí en mi vida- no podía faltar.
Fue una tarde estupenda, en la que me sorprendió especialmente la presentación tan lograda que hizo Ana de mi persona y la cercanía con que fui recibido por todos los asistentes. Mil gracias por ello, una sonrisa grande y -como siempre decimos los cuentistas- nos seguiremos contando.

jueves, 13 de junio de 2013

El gran juego de la sabana africana

"El gran juego de la sabana africana". Así se llama el regalo que me hicieron los niños ingresados en el Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza, con motivo de la sesión de cuentacuentos que bajo el título  Un cuento, una sonrisa impartimos en su ciber-aula el pasado 4 de junio. Se trata de una versión del célebre juego de la oca adaptada a mi relato El jaguar y la tortuga, en el que los elefantes obligan a detenerse, las jirafas te ayudan a avanzar, en los baobabs pierdes un turno... En definitiva, otro presente entrañable que se suma -sin duda- al mejor de todos los regalos: sus sonrisas.

viernes, 7 de junio de 2013

...Al municipio de Tol

Asturias es una maravilla. Allí pasamos el último fin de semana, recorriendo muchos de sus rincones. Desde nuestro centro de operaciones, ubicado en la casa rural Casa Cachón del pequeño municipio de Tol, disfrutamos de la playa de Serantes, de la visita a un castro perdido, de la gastronomía de Tapia de Casariego, de un paseo por la vecina Ribadeo, de las vistas de Navia, de las alfombras florales que con motivo del Corpus despliegan los habitantes de Castropol... Y en esta ocasión también, de una sesión de cuentacuentos que al cobijo de la chimenea realizamos durante esa noche del sábado en el salón principal de nuestro alojamiento. 
Fue un fin de semana de lo más completo. Y es que, aun a riesgo de repetirme, Asturias es una maravilla.

lunes, 3 de junio de 2013

De Espinosa de los Monteros...

Espinosa de los Monteros es un municipio precioso, lleno de encanto, sendas y posibilidades, ubicado en la provincia de Burgos, donde asentaba el famoso Cuerpo de los Monteros de Espinosa, cuyos miembros estaban encargados de montar guardia nocturna en la alcoba de los reyes de Castilla.
El pasado miércoles 29 de mayo tuve el gusto de perderme por allí junto a unos amigos, alojándonos en una posada que rebosa buen gusto, buena gastronomía y mucha, muchísima historia: Torre Berrueza. A pesar del mal tiempo, hicimos una visita por el lugar, degustamos su cocina exquisita y cerramos el día con una velada de cuentacuentos en ese salón majestuoso, en la que El amor azul marino -por supuesto- no podía faltar.