Como buen aficionado al teatro, he vivido algunas anécdotas relacionadas con su directo más riguroso. Recuerdo que viendo en la Gran Vía de Madrid el musical Hoy no me puedo levantar, apenas iniciarse el segundo acto se disparó la alarma antiincendios y empezó a salir agua por mil puntos diferentes del teatro... Recuerdo que asistiendo en un pueblo de Zaragoza a la representación de la Metamorfosis, de Franz Kafka, su protagonista se cayó del escenario y tuve que atenderle antes del final... Y sin duda, recordaré el desmayo de ayer en el Auditorio Ciudad de León de la genial Lola Herrera, mientras representaba la obra Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Por suerte, parece que todo quedó en un susto.
Junto a mi admiración hacia su persona y su trayectoria artística, vayan desde aquí mis deseos de una pronta recuperación para esta gran dama de la escena... Y es que, como seguramente ella misma afirmaría, la función debe continuar.
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