Llevo muchos años deseando lo mejor por estas fechas. Muchos años recetando una feliz Navidad, ideando un nuevo ciclo cargado de lo mejor. Sin embargo esta vez he decidido cambiar de término en mis postales. Diré gracias, que además de ser una palabra mágica -de esas con las que consigues más cuando la pronuncias que cuando no-, comparte raíz con gratis para recordarnos que lo realmente valioso no suele tener precio.
Gracias por estar ahí aunque no estemos juntos, por leerme aunque no me veas, por acordarte de mí aunque a veces se me olvide. Gracias por tolerar mis defectos, por valorar mis virtudes, por compartir alegrías. Gracias por respetar nuestros tiempos, nuestra distancia, nuestras ideas. Gracias por enseñarme, por formar parte de mi vida. Gracias sencillamente por ser y por estar.
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