"Se conocieron en verano, durante un curso de pintura. Fue amor a primera vista. Aun cuando ambos intentaron disimularlo, era evidente que algo sucedía. Estando juntos, a él le temblaba la voz; ella aún se ruboriza. Él le pasó unos versos por debajo de la mesa; ella lo comentó con su amiga. El último día de clase coinciden en los pasillos. Él la buscó con disimulo; ella se dejó encontrar. Prolongaron su charla en aquella cafetería. Nunca antes habían estado a solas. Él se abrió de corazón: “Te quiero”. Ella se cerró en banda: los suyos jamás lo consentirían. Compartieron paseos de otoño, alguna película en domingo. Hablaron. Saben que toda atracción te la juegas en las emociones; el resultado final, en la comunicación. Se regalan un beso, diez cartas, mil sonrisas. Para él, faltaría una pizca de pasión; para ella, nada sobra de tantísima ternura.
Hasta que un familiar indiscreto leyó cierto mensaje
que no debía.
- ¿Sabéis quién tiene novio?
Se hizo el invierno.
Ella apenas sale de su habitación, apagando luces, teléfonos,
alegrías; él apenas entra en casa, rondando espacios comunes con la esperanza
encendida.
Hasta que una tarde volvieron a verse, coincidiendo
con la primavera. Él le pidió que se quedara; ella pensó que nunca se lo
pediría. ¡Qué importa si parece imposible, si son demasiado mayores, si él es
viudo con nietos y ella soltera de toda la vida! Entonces, solo entonces,
deciden vivir su historia de amor. Tan igual a todas… Tan extraordinariamente
distinta".