Sean estas líneas para desear a todos los residentes, visitantes, maños ausentes -como es mi caso- y demás amigos de esa querida Zaragoza unas felices fiestas en honor de Nuestra Señora del Pilar, llenas de ofrendas, pasacalles, gigantes, cabezudos, conciertos, diversión, cuentacuentos...
A pesar de la distancia y de lo a gusto que también me encuentro en estas tierras leonesas, siempre la siento muy cerca. Por ello, cachirulo al cuello, brindo por unas fiestas con un millón de motivos para celebrar.
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