Esta entrevista me la hicieron los alumnos del IES. Luis Buñuel de Zaragoza -el mismo en el que estudié en mis tiempos de instituto- con motivo de una sesión de cuentacuentos que hice con ellos. Deseo que os guste y, sobre todo, sirva para que me conozcáis un poco mejor.
Pregunta (P): ¿Qué
te impulsó a escribir?
Respuesta (R): He
de reconocer que de siempre me ha gustado y que ya en el colegio mis maestros
decían que lo hacía muy bien. En el instituto gané un premio de relatos. Luego
estudié Medicina y publiqué distintos artículos científicos. A nivel literario
comencé a escribir hace cinco años, a raíz del fallecimiento de mis padres. Cuando descubrí
que con mis libros, además de divertirme y hacer amigos, podía compartir un
montón de sentimientos.
(P): ¿Qué
recuerdos conservas de aquellos años que viviste en este instituto?
(R): Muchos
y muy buenos, hasta el punto de que mis amigos de entonces siguen siendo mis
amigos de ahora. Recuerdo a mis profesores, el viaje de estudios que hicimos a
Andalucía, el primer ciclo de cine sobre Luis Buñuel, los partidos de fútbol
contra otros institutos… Sin duda, fue un periodo entrañable.
(P): ¿Le
interesa al lector lo mismo que le interesa al espectador?
(R): En
mi opinión, uno y otro son distintos. El lector de mis cuentos busca en ellos un
motivo para reflexionar; quizá por ello resulte más exigente. El espectador de
mis sesiones de cuentacuentos prefiere entretenerse. En cualquier caso, ante
ambos mi objetivo es el mismo: contar para compartir.
(P): ¿Qué
temas te interesan más en tu producción literaria?
(R): Sin
lugar a dudas, todos aquellos relacionados con el cuento. De hecho me
identifico plenamente con la palabra “cuentista”. Cuentista porque utilizo este género
para expresar lo que siento, por pertenecer a una familia que se cuenta las
cosas. Mis dos primeros libros abordan este género literario, mientras que en Mi planeta de chocolate el protagonista es un enamorado de los mismos. Y me encanta la palabra
cuentacuentos. En España he participado en alguno de los certámenes más
importantes al respecto. También he realizado sesiones ante niños, personas
mayores institucionalizadas y últimamente con alumnos de enseñanza secundaria.
Siempre de una manera altruista.
Para ser narrador solo hay que tener
algo que contar, creer en ello y contarlo. Porque los cuentos gozan de un don especial: además de ser muy
útiles para la transmisión de valores, son capaces de generar emociones en
quien los escucha. Y eso, creedme, es magia en estado puro.
(P): Los
protagonistas de tus libros son niños o jóvenes. ¿Es difícil escribir sobre
ellos? ¿Qué intereses has detectado como posibles fuentes de producción? ¿Es el
mundo de los valores un espacio que hay que potenciar?
(R): Desde
mi condición de médico epidemiólogo, he trabajado en distintos países del
mundo. Entre ellos, algunos de los más pobres, varios en guerra, otros sumidos
en epidemias. Y en todos he descubierto que los más vulnerables a cualquier
situación crítica son los menores de edad. Por eso el protagonista de mi
primera novela ha sido un pequeño. A
partir de ahí ideé una trama intentando ponerme en su piel. Con inocencia, curiosidad,
simpatía, imaginación. Más que fácil o difícil, diría que fue un reto. Y más
que interesarme como fuente de producción, diría que es una necesidad.
En cuanto a los
valores, para mí los jóvenes están llenos de ellos. Así mayoritariamente se
consideran solidarios, pacifistas, amigos de sus amigos... Sin embargo es importante
trabajarlos debidamente invitándoles a reflexionar, en especial sobre la aceptación de uno mismo, la salud o el respeto a
lo diferente.
(P): En lo
personal, ¿qué sentimientos encuentras con la tarea de escribir?
(R): De
siempre me ha interesado mucho lo que sienten las personas; a veces, incluso
más que lo que viven. Por eso en mis libros describo personajes que me hablan
de la amistad, la soledad, el amor en cualquiera de sus formas. A veces me paro
en ellos invitando al lector a reflexionar. Sin emociones estaríamos muertos.
(P): Has
donado siempre los derechos de autor de tus libros en favor de “Aldeas Infantiles”.
¿Es la mejor demostración de que escribes por amor a la literatura?
(R): Siempre
he dicho que la Medicina
es mi vocación, la profesión de la que vivo. Y que la Literatura es mi
pasión, esa afición que ocupa mi tiempo libre. Escribiendo disfruto como nadie,
soy feliz. Y a ello añado la capacidad de compartir esa sensación con quien me
lea. Con ello me siento suficientemente pagado.
Por
eso, y porque he colaborado activamente con “Aldeas Infantiles SOS” -cuya labor
a favor de la infancia resulta encomiable-, he cedido a esta ONG los derechos
de autor de toda mi obra. Es una cuestión de coherencia.
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