martes, 9 de abril de 2013

Mi entrevista más entrañable


Esta entrevista me la hicieron los alumnos del IES. Luis Buñuel de Zaragoza -el mismo en el que estudié en mis tiempos de instituto- con motivo de una sesión de cuentacuentos que hice con ellos. Deseo que os guste y, sobre todo, sirva para que me conozcáis un poco mejor.

Pregunta (P): ¿Qué te impulsó a escribir?
Respuesta (R): He de reconocer que de siempre me ha gustado y que ya en el colegio mis maestros decían que lo hacía muy bien. En el instituto gané un premio de relatos. Luego estudié Medicina y publiqué distintos artículos científicos. A nivel literario comencé a escribir hace cinco años, a raíz del fallecimiento de mis padres. Cuando descubrí que con mis libros, además de divertirme y hacer amigos, podía compartir un montón de sentimientos.
(P): ¿Qué recuerdos conservas de aquellos años que viviste en este instituto?
(R): Muchos y muy buenos, hasta el punto de que mis amigos de entonces siguen siendo mis amigos de ahora. Recuerdo a mis profesores, el viaje de estudios que hicimos a Andalucía, el primer ciclo de cine sobre Luis Buñuel, los partidos de fútbol contra otros institutos… Sin duda, fue un periodo entrañable.
(P): ¿Le interesa al lector lo mismo que le interesa al espectador?
(R): En mi opinión, uno y otro son distintos. El lector de mis cuentos busca en ellos un motivo para reflexionar; quizá por ello resulte más exigente. El espectador de mis sesiones de cuentacuentos prefiere entretenerse. En cualquier caso, ante ambos mi objetivo es el mismo: contar para compartir.
(P): ¿Qué temas te interesan más en tu producción literaria?
(R): Sin lugar a dudas, todos aquellos relacionados con el cuento. De hecho me identifico plenamente con la palabra “cuentista”. Cuentista porque utilizo este género para expresar lo que siento, por pertenecer a una familia que se cuenta las cosas. Mis dos primeros libros abordan este género literario, mientras que en Mi planeta de chocolate el protagonista es un enamorado de los mismos. Y me encanta la palabra cuentacuentos. En España he participado en alguno de los certámenes más importantes al respecto. También he realizado sesiones ante niños, personas mayores institucionalizadas y últimamente con alumnos de enseñanza secundaria. Siempre de una manera altruista.
Para ser narrador solo hay que tener algo que contar, creer en ello y contarlo. Porque los cuentos  gozan de un don especial: además de ser muy útiles para la transmisión de valores, son capaces de generar emociones en quien los escucha. Y eso, creedme, es magia en estado puro.
(P): Los protagonistas de tus libros son niños o jóvenes. ¿Es difícil escribir sobre ellos? ¿Qué intereses has detectado como posibles fuentes de producción? ¿Es el mundo de los valores un espacio que hay que potenciar?
(R): Desde mi condición de médico epidemiólogo, he trabajado en distintos países del mundo. Entre ellos, algunos de los más pobres, varios en guerra, otros sumidos en epidemias. Y en todos he descubierto que los más vulnerables a cualquier situación crítica son los menores de edad. Por eso el protagonista de mi primera novela ha sido un pequeño. A partir de ahí ideé una trama intentando ponerme en su piel. Con inocencia, curiosidad, simpatía, imaginación. Más que fácil o difícil, diría que fue un reto. Y más que interesarme como fuente de producción, diría que es una necesidad.
En cuanto a los valores, para mí los jóvenes están llenos de ellos. Así mayoritariamente se consideran solidarios, pacifistas, amigos de sus amigos... Sin embargo es importante trabajarlos debidamente invitándoles a reflexionar, en especial sobre la aceptación de uno mismo, la salud o el respeto a lo diferente.
(P): En lo personal, ¿qué sentimientos encuentras con la tarea de escribir?
(R): De siempre me ha interesado mucho lo que sienten las personas; a veces, incluso más que lo que viven. Por eso en mis libros describo personajes que me hablan de la amistad, la soledad, el amor en cualquiera de sus formas. A veces me paro en ellos invitando al lector a reflexionar. Sin emociones estaríamos muertos.
(P): Has donado siempre los derechos de autor de tus libros en favor de “Aldeas Infantiles”. ¿Es la mejor demostración de que escribes por amor a la literatura?
(R): Siempre he dicho que la Medicina es mi vocación, la profesión de la que vivo. Y que la Literatura es mi pasión, esa afición que ocupa mi tiempo libre. Escribiendo disfruto como nadie, soy feliz. Y a ello añado la capacidad de compartir esa sensación con quien me lea. Con ello me siento suficientemente pagado.
Por eso, y porque he colaborado activamente con “Aldeas Infantiles SOS” -cuya labor a favor de la infancia resulta encomiable-, he cedido a esta ONG los derechos de autor de toda mi obra. Es una cuestión de coherencia.

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